Biarritz, Espelette y Saint Jean de Luz

Es fácil abandonar la bella San Sebastián cuando el destino va a ser la no menos bella Biarritz. ¿Sabías que la ciudad francesa fue uno de los modelos en los que se fijó San Sebastián a finales del siglo XIX cuando aspiraba a convertirse en un enclave turístico que atrajera veraneantes de toda Europa? No te extrañe encontrar edificios y casas con un aire familiar o, incluso, las mismas especies de árboles (los tamarices) que en San Sebastián. 

Beauty (and posh) Biarritz

Lo que no hay en San Sebastián es un faro tan alto como en Biarritz: mide 44 metros y está situado en una lengua de tierra desde la que se disfruta esta franja de costa. Justo ahí comenzaremos nuestra visita: desde las alturas. 

Posteriormente visitaremos el colorido mercado de Les Halles para tomar el pulso a la vida cotidiana de la ciudad y entrar en contacto con lo más grande que tiene Francia: sus quesos, sus productos de charcutería y sus panaderías/pastelerías. Bon Apetit!  Biarritz es muchas cosas: la puerta de entrada del surf a Europa a mediados de los años 50, uno de los pioneros del turismo de playa (comenzaron a promocionarla hace ¡200  años!) y uno de los lugares más deseados para ver y dejarse ver. Caminaremos por su paseo marítimo admirando el mar y sus suntuosos hoteles 

Chiles de la France

Espelette sería un pueblo adorable más del sur de Francia (con sus calles adoquinadas y sus casas blancas con ventanales de vivos colores) si no fuera por un hecho diferencial: en el siglo XVI, alguien trajo pequeños pimientos desde Sudamérica y descubrió que el clima de la zona era ideal para su cultivo. Poco a poco, los chiles de Espelette se introdujeron en la cocina vascofrancesa hasta reemplazar otras especias que había que comprar en el exterior como el pimentón o la pimienta negra, y convertir los balcones del pueblo en improvisados secaderos. 

¿A dónde queremos llegar? Muy sencillo: al restaurante en el que probaremos deliciosas especialidades francesas, conducido durante cinco generaciones (fue abierto ¡en el siglo XVII!) por la misma familia, y en el que descubriremos qué tiene el pimiento de Espelette para que lo bendigan. 

Pirates of the Cantabric Sea

Protegido por una bahía, Saint Jean de Luz es un apacible pueblo veraniego y pesquero, nacido al calor de su puerto pesquero, protegido por una hermosa bahía y orgulloso de su amplia playa. Aquí es donde se encuentra la pastelería Maison Adam donde ¡en 1660! crearon los famosos ‘macarons’. Por aquella misma época navegaba por la zona un tal Johannès de Suhigaraychipi, un corsario francés que apresó más de 100 barcos británicos, holandeses y españoles y cuyas huellas también pueden seguirse por la localidad. Visitaremos también la Iglesia de San Juan Bautista, un templo con un espectacular trabajo en madera policromada y miniaturas de barcos que nos recuerdan cómo se agradecían, antaño, los milagros ocurridos en el mar.